Manatí en Laguna de Catazaja
El manatí antillano (Trichecus manatus manatus), la especie presente en México, tiene las extremidades anteriores modificadas en aletas muy flexibles con presencia de tres uñas planas y redondas que le sirven para desplazarse en el fondo del agua y sujetar a los alimentos. La hembra presente una pequeña teta debajo de estas extremidades, con la que le da mamar a lis crías, las extremidades posteriores se fusionaron en una aleta caudal en forma plana que sirve como timón y para desplazarse en el agua generalmente a una velocidad entre 5 a 7 km por hora. El manatí Mexicano es una especie en peligro de extinción que puede encontrarse todavía en la Laguna de Catazajá.
La Laguna y humedales de Catazajá en el estado de Chiapas, se encuentra cercano al poblado de Palenque, ubicado este a unos 40 km de distancia de Catazajá. Estos humedales son parte de un sistema mayor de humedales que también conforman la reserva de la biosfera Pantanos de Centla en Tabasco y en donde fluye la parte terminal del Río Grijalva y Usumacinta, formando un gran delta que desemboca en el Golfo de México.
El nombre de Catazajá viene de los vocablos mayas “kaa”, valle; “tasal”, tendido y “ja”, agua, cuyo significado es “valle cubierto de agua”, haciendo referencia a una gran llanura de inundación estacional asociada al río Usumacinta.
El manatí era conocido en la región de la Laguna de Catazajá y humedales adyacentes a los grandes centros mayas del periodo clásico de Palenque y Pomoná. De hecho, un glifo encontrado en el templo de la Cruz en el sitio arqueológico de Palenque, llamado K`uhul Baakal Ajaw, segundo gobernante de Palenque nacido en el año 422 a.c., muy probablemente representa la figura de un manatí, señalando la importancia de este animal para la cultura maya. La presencia del manatí fue documentada en los ambientes acuáticos del norte de Chiapas en la década de 1950, por el Dr. Miguel Álvarez del Toro. Más adelante, durante la década de 1980, el Instituto de Biología de la UNAM, a través de Bernardo Villa y Luz Colmenero, hizo una extensa investigación acerca de la distribución del manatí en la cuenca del Grijalva-Usumacinta, reportándose para el municipio de Catazajá. Se sabe que durante la primera mitad del siglo XX, en Catazajá y en otras comunidades del Golfo de México existió una “pesquería” del manatí, regularmente establecida. En esta se extraían carne y grasa como alimento y huesos como medicina para enfermedades respiratorias y sanguíneas. Con la veda aplicada dos décadas mas tarde, se frenó la cacería directa de la especie, no obstante, empezaron a surgir otros problemas como el uso de nuevas artes de pesca, construcción de infraestructura hidráulica y pérdida de hábitat. A pesar de estos problemas, el manatí siempre ha tenido un lugar dentro de la cultura popular catazajense, dentro del folklor tradicional; tal es el caso de la leyenda del hombre-pez, cuyos habitantes mas viejos aún recuerdan, pretendiendo atribuir al manatí, un origen humano.
La Laguna y humedales de Catazajá en el estado de Chiapas, se encuentra cercano al poblado de Palenque, ubicado este a unos 40 km de distancia de Catazajá. Estos humedales son parte de un sistema mayor de humedales que también conforman la reserva de la biosfera Pantanos de Centla en Tabasco y en donde fluye la parte terminal del Río Grijalva y Usumacinta, formando un gran delta que desemboca en el Golfo de México.
El nombre de Catazajá viene de los vocablos mayas “kaa”, valle; “tasal”, tendido y “ja”, agua, cuyo significado es “valle cubierto de agua”, haciendo referencia a una gran llanura de inundación estacional asociada al río Usumacinta.
El manatí era conocido en la región de la Laguna de Catazajá y humedales adyacentes a los grandes centros mayas del periodo clásico de Palenque y Pomoná. De hecho, un glifo encontrado en el templo de la Cruz en el sitio arqueológico de Palenque, llamado K`uhul Baakal Ajaw, segundo gobernante de Palenque nacido en el año 422 a.c., muy probablemente representa la figura de un manatí, señalando la importancia de este animal para la cultura maya. La presencia del manatí fue documentada en los ambientes acuáticos del norte de Chiapas en la década de 1950, por el Dr. Miguel Álvarez del Toro. Más adelante, durante la década de 1980, el Instituto de Biología de la UNAM, a través de Bernardo Villa y Luz Colmenero, hizo una extensa investigación acerca de la distribución del manatí en la cuenca del Grijalva-Usumacinta, reportándose para el municipio de Catazajá. Se sabe que durante la primera mitad del siglo XX, en Catazajá y en otras comunidades del Golfo de México existió una “pesquería” del manatí, regularmente establecida. En esta se extraían carne y grasa como alimento y huesos como medicina para enfermedades respiratorias y sanguíneas. Con la veda aplicada dos décadas mas tarde, se frenó la cacería directa de la especie, no obstante, empezaron a surgir otros problemas como el uso de nuevas artes de pesca, construcción de infraestructura hidráulica y pérdida de hábitat. A pesar de estos problemas, el manatí siempre ha tenido un lugar dentro de la cultura popular catazajense, dentro del folklor tradicional; tal es el caso de la leyenda del hombre-pez, cuyos habitantes mas viejos aún recuerdan, pretendiendo atribuir al manatí, un origen humano.
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